RAP. Poesía plebeya

La protesta que crece en el barrio


A continuación reproducimos la nota realizada a  Renata Defelice, Becaria Doctoral del IECH, sobre su investigacion "“El arte de samplear. Transculturación acústica del rap entre el norte y el sur”, y el proyecto de vinculación tecnológica denomiado "Estrategias para la convivencia y la inclusión social a través de las prácticas de la cultura hip-hop en el distrito oeste de Rosario", del que forma parte bajo la dirección de la Dra. Mónica Bernabé. La nota fue publicado en Página/12 el 25 de abril del 2021. Pueden encontrar el enlace a la nota original al final de esta página.

"El rap como parte de un movimiento mayor que es la cultura hip hop, crece aceleradamente desde mediados de la década del setenta en las periferias urbanas de todo el planeta. Su actitud denuncialista y combativa contiene tal potencia que genera vínculos e identificaciones sin fronteras.

La Licenciada en Letras de la Universidad Nacional de Rosario Renata Defelice comenzó a investigar la escena del rap en la cultura rosarina para saber cómo los jóvenes transmiten y se apropian de esos sonidos originarios de Estados Unidos. Primero entrevistó a chicos que hacen hip hop en la ciudad en el marco del proyecto cultural transmedia “Poesía plebeya” y luego investigó sobre “El arte de samplear. Transculturación acústica del rap entre el norte y el sur”, bajo la dirección de la Dra. Mónica Bernabé.

“Lo más común es pensar que la expansión del rap se debe a los medios de comunicación pero al indagar resulta que hay mucho material teórico por su potencial político o contracultural. Su tono dominante es la queja, la protesta frente a la violencia urbana, la hipocresía del poder jerárquico, la imposición política, el narcotráfico, el desplazamiento forzado. Y esta es una de las causas de su masificación a partir de los 90 con Eminem”, afirma la investigadora del Instituto de Estudios Críticos en Humanidades (UNR-Conicet)

Esa circulación también se debe al mismo surgimiento del rap en los barrios bajos de Nueva York como el Bronx, donde hay un encuentro de varias culturas y ritmos que se van fusionando entre puertorriqueños, afroamericanos, cubanos y jamaiquinos, según explica Defelice.

A esto se suma el caso de algunos raperos norteamericanos que pretenden no ser una moda y darle prestigio al género, incluso en contra de la narrativa más masificada, machista y comercial del hip hop. En este caso, enlazan la práctica del rap a un linaje de escritores estadounidenses que impulsaron la dicción poética centrada en la conformación de una audiencia y de la puesta en escena de su recitado. Dicho vínculo se remonta hasta Walt Whitman, pasando por la denominada New Poetry, el Renacimiento de Harlem, la Generación Beat, el Black Arts Movement, la poesía slam.

La investigadora hace hincapié en dos temas fundamentales: la cuestión enuncialista del rap contra un enemigo político, social, económico y por otro lado, una autoproclamación, un prestigio de la persona que habla. “En esto tiene que ver mucho la cultura popular, lograr un prestigio desde abajo. Hay una elite de personas que con todas sus marginalidades tienen la potencia de decir y de protestar. El rapero quiere generar un mensaje de identificación comunitaria en esta vertiente contracultural”.

Como afirma en su tesis, la poética del rap tiene un carácter performático dado que el rapero utiliza casi siempre la primera y segunda persona para destacar el dialogismo y la posibilidad de una interpretación por parte del público. Y la narración del rap conlleva una intención pedagógica vinculando la historia de vida del poeta con la experiencia del oyente.

Esta narración se constituye en un llamado y el mensaje espera generar una transformación. Las formas que toma son la de aconsejar al otro, cuando es reconocido como un igual, o la de acusarlo, cuando se lo considera un enemigo. Aunque la recepción pueda ser asimilada como concientización o mero entretenimiento, las ambiciones del rapero refuerzan su posicionamiento político-social.

En este sentido, se concibe al rap como una contranarración en la que individuo y comunidad afirman una identidad opuesta a algo y negada por la historia oficial. “Pero la política del rap no se encuentra sólo en sus letras, sino también en su expresión lírica, en un conocimiento común y en la generación de un contexto para su recepción pública”, aclara De Felice y agrega: “Como ocurre con la producción cultural en general, la política del rap implica la disputa por el espacio público, los significados, las interpretaciones y la valoración de la música y la letra”.

El rap de acá

En el marco del proyecto “Poesía plebeya” (grupoaccioncultural.com.ar/poesia-plebeya), un espacio de discusión, difusión y producción en torno al colectivo de jóvenes del movimiento hip hop de distintas zonas de la ciudad, se realizaron entrevistas a un grupo de quince artistas de entre 17 y 42 años.

De las mismas surgió que el hip-hop llegó a Rosario en 1991 y una de las bandas pioneras es Natural Rap que comenzó a trabajar bajo la producción de Mike Dee (Bola 8) iniciando su carrera artística en la escena de la vieja escuela del hip-hop argentino.

Todos los consultados concuerdan en que los artistas consagrados de la ciudad lograron reconocimiento al radicarse en Buenos Aires y solo uno considera que su ingreso principal proviene de tareas relacionadas con el hip-hop. Se trata del b-boy Michael que se desempeña como facilitador de prácticas de baile y destrezas de break-dance en talleres impartidos a niños y jóvenes en clubes y vecinales del distrito oeste de la ciudad de Rosario, pionero en el desarrollo de la cultura hip-hop desde hace un cuarto de siglo.

De trabajo de extensión realizado surge que los demás artistas trabajan en carnicerías, agencias aseguradoras, pizzerías y como taxistas, encargados y preventistas. Si bien todos provienen de las periferias de la ciudad (distrito oeste, barrio Acindar, barrio La Cerámica, barrio Ludueña), los eventos son organizados tanto en clubes, bares e instituciones barriales como en el centro.

“Todos cumplen su doble condición de practicantes y gestores: las sesiones, emisiones radiales, eventos musicales y prácticas de enseñanza son gestionadas por los propios artistas locales en tanto productores culturales que negocian, en el mejor de los casos, espacios institucionales, fondos económicos y estrategias de visibilización”, sostiene la investigación.

Sobre este último punto, se destaca que la difusión mediática de estos eventos es realizada, en su mayoría, por los propios artistas en sus cuentas personales de Instagram y Facebook y a través de cadenas de Whatsapp mediante flyers diseñados por ellos.

De las entrevistas se desprende una idea general según la cual la profesionalización no es vista como una posibilidad realizable. Ante la pregunta: “¿Es posible vivir del hip-hop en Rosario?”, la mayoría respondió que conoce las reglas de la industria, de las instituciones y de la moda que podrían conducirlos a la consagración masiva, pero ello implicaría traicionar con fines mercantiles y temporales el sentimiento que los llevó a incursionar en el hip-hop en primer lugar.

“Este planteo debe ser entendido en toda su contradicción, puesto que la producción de un sencillo, de un videoclip, la autogestión de eventos y el encuentro para redactar letras y ensayar compite con otra domesticación: la del tiempo dedicado al trabajo”, expresa el informe.

En efecto, a la pregunta: “¿Cuánto tiempo le dedicas al hip-hop y cuánto a tu trabajo?”, la respuesta fue presentada casi en los mismos términos por todos los artistas: el tiempo dedicado a la música queda subordinado a las exigencias laborales y familiares de cada uno. “Más allá de esta semejanza, sus proyecciones en lo que respecta al futuro de sus producciones es diferente: la mirada resignada de quienes aspiran a producir un disco cada tres años se opone a la de quienes apuestan a vivir de la música “algún día”.

Actualmente la propuesta “Poesía plebeya” coordinada por la Dra. Mónica Bernabé, está enmarcada en el Instituto de Estudios Críticos en Humanidades (UNR-Conicet) con un proyecto de vinculación tecnológica que se denomina "Estrategias para la convivencia y la inclusión social a través de las prácticas de la cultura hip-hop en el distrito oeste de Rosario"."

Fuente: pagina12.com.ar